No hay malos fics

¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

¡¡Por que nosotros también opinamos!! Abajo la dictadura de los malos fics


    Diario De Una Demencia... Saint Seiya OC

    Lallen
    Lallen
    Pringado
    Pringado


    Cantidad de envíos : 7
    Fecha de inscripción : 01/02/2010
    Localización : Internet, dando vueltas

    Diario De Una Demencia... Saint Seiya OC Empty Diario De Una Demencia... Saint Seiya OC

    Mensaje por Lallen Lun Feb 01, 2010 11:32 pm

    Aclaraciones de la autora:
    Este es uno de mis fics mas serios. Se basa completamente en un OC, pero no quiere decir que no aparezcan los demas. Este fic no es de comedia, ni de romance.


    Hace muchos años ya de eso.

    De hecho, no creo que mientras les hablo aun un poco de vida corra por mi cuerpo. Estoy muerto, o eso me parece. Tal vez hablo demasiado conmigo mismo, juego demasiado con mis propias palabras. Repito cosas una y otra vez, como si nunca se pudieran adherir a mi memoria, como si cada cosa debiera ser dicha dos veces para que entrara en mí.

    Pero no me importa. Como he dicho, estoy, oficialmente, muerto. Aun tengo aire en mis pulmones, aun siento el aire en mi piel cuando salgo a caminar… aunque hace mucho que no lo hago. Aun pienso. Aun existo pero… de alguna forma, no estoy vivo.

    Y ahora, pienso esto no porque tenga un plan en especial, solo deseo hacer que lo que llamo mi no-vida pueda descansar un poco.

    Y es que hace no mucho me declaré en guerra. Mi cuerpo, y mi propia alma, dejaron de obedecer. No pensé en comer, beber, disfrutar, vivir nunca jamás. Porque me he dado cuenta de que me engaño a mi mismo al hacerlo. No me importa mi no-vida.

    No, solo tengo algo dentro de mí que tiene un poco de lo que podríamos llamar vida, desde hace mucho. Si, es un sentimiento vivo, muy vivo, lo único vivo dentro de mi. Es como una fogata en medio de la oscuridad y el frio. Pero esa misma fogata es oscuridad y frio. Lo disimula, pero lo es.

    Lo que me mantiene existiendo es un deseo de matar. Matar, acabar con un ser vivo, hacer que su vida se extinga… tal como se extingue lo que queda de la mía. No estoy seguro de existir tampoco, de todos modos.

    Porque lo único vivo en mí es el sentimiento de que alguien no merece seguir vivo y que es mi deber (Mío y de nadie mas) acabar con él. Pero… ¿Qué acaso todo esto no debería de haber acabado ya?

    Pero debo dejar de pensar en todo esto. Frente a mi, una gran puerta que dice que quienes entran deberán abandonar toda esperanza parece burlarse de mí.

    Sigo caminando, cabizbajo.

    Paso junto a un enorme perro de tres cabezas, que me observa con rencor. Si, fue hace mucho tiempo… demasiado tiempo. Alguna vez, crucé esta puerta sintiéndome feliz y poderoso. Que iluso.

    Se me escapa una sonrisa. Que imbécil, que idiota me parezco ahora, recordando como entré alguna vez burlándome de ese animal, creyéndome superior. Y tal vez lo era.

    Ya no se que soy, ni que hare, ni a donde voy, ni siquiera estoy seguro de lo que siento. Si es que aun siento algo.

    Me juzgan. El juez del infierno revisa en un gran libro buscando mi nombre, aunque ya me conoce, y aunque sabe lo que hice. Y comienza a hablar de mí, como si fuéramos desconocidos. Que hipócrita.

    Asesinato. Muerte. Trampa. Engaño. Traición. Me reconozco en cada una de esas palabras. Cualquier pecado, cualquier mala acción, cualquier forma de hacer miserable al prójimo es mencionada en mi nombre. Y no me sorprende.

    “Yago. ¿Te declaras culpable o inocente?”

    Alzo la mirada hacia él y lo miro aburrido. Debería dejar de jugar a que no me conoce. “Oye, Lune, deja de pretender que no me conoces, imbécil. Se que quieres verme sufrir. Adelante, no puedo evitarlo”

    “El acusado se declara culpable. Su castigo comenzara ahora”

    Que idiota. Que tontería. Todo ahora me parece grotesco. Ya me conocen, ya saben cuales son mis crímenes, ¿para qué siguen con el protocolo?

    Un par de almas me conducen por un callejón hasta una puerta. La abren, yo entro lentamente. Y mientras entro, me pregunto si me arrepiento o no.

    Bah, ¿acaso importa? De igual forma esta vez no escaparé.

    Es posible que si esté arrepentido. ¿Y qué? No me soltaran por eso. Supongo que debí pensar en todo esto antes de jugar al dios supremo.

    Entro a mi suplicio eterno. Esta vez, no volveré a huir. No habrá venganza.

    Mientras cierran la puerta, lanzo una carcajada, sin saber por que, solo me rio, me rio. Me rio de semejante final mas patético para una vida. Y no dejare de reír hasta dentro de mucho tiempo, mi propio fin me parece tan patético y miserable que no puedo evitarlo.

    Tal vez si estoy loco…

    Y todo se vuelve oscuro. ¿Qué era la luz del sol?

    ¿Aire? ¿Qué era eso?

    Mi nombre es Yago y estoy muerto. Mi nombre es Yago y me torturaran por la eternidad. Mi nombre es Yago y estoy solo. Nadie en la tierra quiere recordarme. ¿Y por qué culparlos? Yo tampoco quiero recordar todo eso.

    ¿Que cómo llegué aquí?

    Es una historia muy larga. Pero… supongo que toda la eternidad esta ahí para escucharla. Déjenme en mi suplicio (que por cierto, merezco) y regresen mucho tiempo atrás. Tal vez comprendan porque termine aquí…

    Y recordar mi vida será mi tortura.
    Lallen
    Lallen
    Pringado
    Pringado


    Cantidad de envíos : 7
    Fecha de inscripción : 01/02/2010
    Localización : Internet, dando vueltas

    Diario De Una Demencia... Saint Seiya OC Empty Capitulo 2: Una Escena Lejana

    Mensaje por Lallen Lun Feb 01, 2010 11:35 pm

    Veamos… ¿Qué es lo mas lejos que puedo regresar en mi memoria?

    -Hermano... tengo miedo, mejor regresemos.- musitó el niño peli verde, que se aferraba al brazo de su hermano como si de ello dependiera su vida. Recuerdo haberme reído mucho cuando lo vi tan asustado.

    ¿Qué hacían a esa hora fuera de sus camas unos pobres niños? Un rumor en el orfanato decía que éste estaba embrujado y en las noches podían verse un par de niños que jugaban, presuntamente fantasmas, o que se oían sus risas, en un pasillo en específico.

    Habían decidido ir a investigar, y aunque algunos iban de mala gana, ahí estaban los cinco recorriendo los oscuros pasillos, iluminados solo por la luz de la luna que se colaba por las ventanas. Luz de la luna… la recuerdo tan lejana.

    -Oh vamos, Shun, no me digas que crees en esas patrañas, ¿o si?- Ikki intentó hacer que su hermano se separara de él, sin éxito. Suspiró resignado.

    -Es que... ¿y si fueran verdad?-

    -Ya te dije que son PATRAÑAS, tonterías, mentiras, como las quiera llamar.-

    -¡ssssshhhh! ¡Ikki! ¡Si sigues hablando cada cinco minutos, los fantasmas no harán aparición!- El niño rubio que iba delante se volteó para protestar.

    -¡No quiero que vengan los fantasmas!- exclamó Shun.

    -No hay fantasmas, Shun. ¡Sólo son cuentos! Y Hyoga, DEJA DE ASUSTAR A MI HERMANO CON TONTERIAS!- exclamó el chico en respuesta.

    -Ikki, si no crees en todo esto, ¿Por qué vienes entonces?- preguntó Shiryu, que hasta entonces había permanecido callado.

    -Acompaño a Shun.- gruñó Ikki.

    Entonces, el niño que precedía a todos se detuvo, indeciso.

    -Hyoga, ¿En cual de estos pasillos era? ¿En el de la izquierda o la derecha?- Seiya se detuvo un momento para interrogar al niño.

    -Creo que era el derecho- respondió este.

    -De todos modos no hay nada, Seiya, no importa a donde vayamos.- protestó Ikki.

    -Yo digo que regresemos a dormir, si nos encuentran vamos a estar en problemas- dijo el futuro santo de Dragón tranquilamente, que solo los acompañaba porque Seiya había insistido mucho.

    -Oigan... ¿y no han pensado que tal vez esos fantasmas NO son amistosos?- preguntó de pronto Shun, que seguía temblando de miedo.

    -Bah, están muertos, ¿qué podrían hacernos?- dijo Seiya en tono tranquilizador.

    -¡No nos harán nada porque no existen y PUNTO!- rezongó Ikki.

    -En las historias de terror los fantasmas SIEMPRE quieren hacerle daño a los vivos.- dijo Hyoga en tono macabro, ignorando a Ikki y logrando que Shun se pusiera aun más nervioso y abrazara con más fuerza el brazo de su hermano.

    -Hyoga, deberías dejar de meterle miedo a Shun.- mencionó Shiryu. –Miren, si Tatsumi llega a descubrirnos...-

    -¿Escucharon?- dijo de pronto Seiya.

    Todos se quedaron en silencio.

    Pasaron unos minutos, sin ningún sonido. Hasta que uno de los niños se cansó de escuchar el silencio.

    -¡Seiya, no inventes cosas, no escucho nada!- dijo Ikki.

    -No me hace gracia respaldarlo, pero tiene razón, no oí nada.- opinó Shiryu- Ahora, como decía, si Tatsumi nos descubre...-

    -Seguro los fantasmas nos están acechando lentamente... por eso no hacen ruido.- interrumpió Hyoga.

    Como podrán imaginarlo, el chiquillo había impulsado la idea. Y a los demás no fue muy difícil convencerlos. Los humanos siempre han tenido esa curiosidad tan insistente que algunas veces puede rozar en lo estúpido.

    -Pero... ¡yo juro haber oído algo!- mencionó extrañado el futuro santo de pegaso, siendo ignorado por los demás.

    -Mmme...jojor re...gggressee...momos...- tartamudeó Shun. Pero al ver como los demás seguían caminando hacia el dichoso pasillo, tragó saliva y los siguió, aferrándose a su hermano mayor.

    -De cualquier forma, ¿quienes se supone que son esos fantasmas?- preguntó Ikki.

    -Son...- Hyoga volvió a tomar su tono tétrico –Según he oído, es un niño que una vez asesino a una niña porque ella no quería jugar con el...-

    -¡Momento! ¿Como la asesinó?- preguntó Seiya.

    -La empujó con muuuucha fuerza al piso. –Explicó Hyoga, antes de retomar el tono macabro y seguir contando la historia- Luego huyó... pero los perros de seguridad lo atraparon y lo mataron. Según unos rumores, enterraron a los dos en este edificio, pero en este pasillo fue donde murió la niña y donde los perros trajeron al niño luego de matarlo. Y desde entonces, cada noche, a las doce, los dos juegan aquí hasta que aparezca otro niño... y lo matan para que pueda jugar con ellos.-

    Si ellos se asustaron de esa historia, no sabían lo que vendría mas tarde. Yo si lo sabía.

    Todos quedaron en silencio unos momentos.

    -Rayos, eres pésimo inventando historias de terror.- dijo Shiryu.

    -Tal vez sea cierto, ¿no creen?- Seiya comenzaba a dudar de si todo esto había sido buena idea. Después de todo (y aunque no lo demostrara) comenzaba a darle sueño. Pero la perspectiva de una aventura digna de solo los más valientes era demasiado tentadora como para irse a dormir.

    -Hyoga, esa es la peor historia de terror que he oído en mi vida y te habría creído mas si me hubieras dicho que habías visto un elefante rosa volando con un avión de plástico- exclamó con fastidio Ikki.

    Luego del relato de Hyoga, Shun tenía los ojos abiertos como platos, comenzaba a sollozar y temblaba como gelatina. Ikki volvió a suspirar resignado y comenzó a explicarle las razones por las que la historia no era posible, intentando (sin éxito) reconfortarlo.

    -Y mi historia SI es real- afirmó Hyoga con seguridad, al ver como Shiryu e Ikki no parecían creerle nada.

    -¿Cómo lo sabes, Hyoga?- preguntó Seiya, extrañado.

    -Me lo contó Jabu, que lo oyó de Nachi, que creo que oyó que lo decía un guardia, que lo escucho de otro guardia, que lo supo del propio Mitsumasa Kido.- contestó felizmente Hyoga.

    -Eso se le llama información confiable… -comentó Shiryu sarcásticamente.

    -Muchos han visto a los fantasmas- aseguró el futuro santo de Cisne.

    -¿Y por qué nosotros aun no los hemos visto ni oído ni nada?- protestó Seiya. Cada vez estaba más ansioso.

    -Tiene razón, estamos en medio del pasillo exactamente.- mencionó Shiryu.

    -¿¿¿ENSERIO??? ¿¿¿¡¡¡YA LLEGAMOS!!!???- Shun casi se desmaya de la impresión.

    -Shun, no hay nada, ¿no ves?- gruñó Ikki.

    -¡¡Pues porque no se callan!!!- Exclamó Hyoga en explicación.

    Los cinco se quedaron en silencio nuevamente, seguros de que el silencio se apoderaría del lugar otra vez...

    Pero, esta vez, en lugar del silencio, un lúgubre sonido hizo aparición. Poco a poco oyeron un par de fantasmales risas, que se oían escalofriantemente cercanas.

    Yo, por mi parte, concentre mi cosmos en esas risas. Si era lo que creía que era, no debería ir muy lejos para cumplir con la orden de mi señor.

    Shun se abrazó a su hermano y cerró los ojos, Seiya se puso alerta, Ikki, Hyoga y Shiryu abrieron los ojos como platos y se quedaron inmóviles.

    Las risas cesaron, pero el silencio que les siguió no fue muy reconfortante.

    -¿Que... fue... eso?- preguntó Shun.

    -N...n...o tengo id... idea- tartamudeó Shiryu.

    Se quedaron nuevamente en silencio, esperando que en cualquier momento apareciera un par de fantasmas. Pero pasaron algunos minutos, y no vieron ni oyeron nada.

    Seiya tragó saliva –Bueno... y si... ¿regresamos?-

    Todos los demás asintieron lentamente con la cabeza, pero estaban tan asustados que no se movieron ni un centímetro. Shun volteaba nerviosamente de un lado a otro, Hyoga se preparaba para salir corriendo en cualquier instante y Shiryu se concentraba en relajarse mentalmente.

    Pero, luego de un rato, el silencio fue roto de nuevo.

    Otra vez, más risas sonaron cada vez más cerca, duraron unos pocos segundos y de nuevo todo quedó en silencio.

    -Niisan, amigos, vamon...-comenzó a decir Shun, pero fue bruscamente interrumpido por otra voz.

    -Hola, ¿quieren jugar?-

    Junto a seiya acababa de aparecer en menos tiempo del que se necesita para decir “Hola”, una niña de pelo naranja, peinado en dos largas coletas a cada lado de la cabeza. Sus ojos eran color verde, que brillaban escalofriantemente en la oscuridad, y llevaba un vestido blanco muy ligero, como un camisón. Les sonreía inocentemente.

    Yo observaba la escena poniendo especial interés en este hecho. Perfecto.

    Aparte del tremendo susto de ver a alguien apareciendo junto a ti de pronto, todos estaban mucho mas asustados porque… La niña no tenía brazo izquierdo, estaba cubierta de sangre y de algunos vendajes. Estaba medio transparente, era increíblemente pálida y a la luz de la luna se veía muy macabra.

    Un fantasma, no me quedaba duda.

    -Si, ¿juegan?- junto a ella apareció igual de bruscamente un niño pálido, algo transparente, de despeinado pelo rojo y ojos color oro, aun más brillantes.

    Su ojo derecho estaba cubierto por una venda, como si fuera tuerto, y al igual que la niña, en su ropa y su piel estaba manchado de sangre. Usaba una camisa que le quedaba grande color blanco y unos shorts negros con detalles en verde.

    Otro fantasma.

    Los cinco niños los observaron por una fracción de segundo y salieron corriendo hacia sus habitaciones muertos de miedo, al llegar a la habitación, entraron velozmente y cerraron de un portazo.

    Al verse solos, los dos fantasmas se miraron entre si.

    -Reka... ¿porque no quieren jugar?- preguntó el niño, tristemente.

    -No lo se, Luke.-

    Junto a ellos, lentamente apareció una alta figura, que los miro con cariño.

    -Mami...- musito Luke -... ¿por qué nunca quieren jugar?-

    La figura inclino levemente la cabeza, y dejo ver un par de ojos color esmeralda.

    No dijo nada.

    Solo tomo de la mano a los dos niños y comenzó a caminar por el pasillo, seguida por ellos.

    Desaparecieron como un suspiro en el aire.

    Poco a poco, volvieron a escucharse risas de los niños que jugaban.

    -Pronto no podrán jugar, niños…- musito una voz a sus espaldas. La mía.

    --

    -¡Hermano, tengo miedo! ¡Tengo miedo!- Shun estaba histérico, el susto anterior había sido demasiado. Lloraba inconsolable mientras los demás aun temblaban de miedo.

    -Shun, por favor tranquilízate, podrían oírnos y nos regañaran por seguir despiertos a esta hora-

    -¡¡Pero tengo miedo!! ¡¡¡!!!-

    -No hagas tanto ruid...- se interrumpió al ver como la puerta de la habitación se abría lentamente.

    -¡¡¡KKKKYYYAAAAAAAAAAA!!! ¡¡¡SON LOS FANTASMAS, VINIERON POR NOSOTROS!!! ¡¡!- grito Hyoga.

    Seiya corrió a refugiarse bajo la cama y cerró los ojos, Shun se metió velozmente a su cama y se hundió en las sabanas, Shiryu se quedó pasmado del miedo, e Ikki solo observó con pánico como la puerta se abría. Hasta que una voz nada amigable extrañamente los tranquilizó.

    -¡¡Condenados mocosos, que hacen despiertos a esta hora!!!- Tatsumi, ese remedo de mayordomo entro muy enojado – ¡Seiya! ¡Qué demonios haces bajo tu cama! ¡Y Hyoga! ¿Qué es eso de gritar así?-

    -Discúlpenos, es que... ¡Los fantasmas nos querían matar!- exclamó Hyoga.

    - ¡Yo no quiero que los fantasmas me maten! ¡¡¡BUAAAA!!!- sollozó Shun bajo las sabanas.

    -Fantasmas, si claro... ¿ustedes qué rayos comieron antes de venir a dormir?-

    -Puré de papas con chicharos, ¿Por qué?- preguntó Seiya mientras salía de debajo de su cama.

    -¡No me contestes!- gritó Tatsumi, causándome una leve carcajada. Que imbécil - y ustedes...- se volteó hacia los demás –Si oigo un solo ruido mas, LES ENSEÑARE A GUARDAR SILENCIO A GOLPES, ¿ME OYEN? ASI QUE CIERREN LA BOCA, ¡CHIQUILLOS INÚTILES!-

    Shun trago saliva mientras el tipo se acercaba a el con muy mala cara. Me puse mas alerta. Si ese idiota le hacia algo… le iría muy mal.

    -Y tu... ¡deja de llorar!-

    Tatsumi solo lo observo enojado y se volteó hacia los demás para regañarlos. Refunfuñe enojado. Una oportunidad menos para matarlo. Que mal.

    Shiryu, por su parte, no se había movido en todo el rato, por la impresión.

    Tatsumi se acercó enojado y lo empujo levemente hacia la izquierda. Shiryu estaba tan pasmado que cayó al piso sin reaccionar siquiera. Como me causaba gracia toda la escenita…

    Luego de un rato, lograron reanimar al futuro santo de Dragón y Tatsumi los mandó (ahora si) a todos a dormir, con nuevas amenazas, gritos, reproches y otras agresiones verbales típicas.

    Que cómico resultaba. Si esa noche me lo encontraba desprevenido, lo asesinaría, seria tan divertido… Sí, mucho muy divertido. Seguro me reiría por días completos.

    Todos se metieron rápidamente a sus camas y se quedaron bien callados..

    Tatsumi apago la luz y cerró la puerta al irse, no sin lanzar una ultima mirada de amenaza a los niños.

    Shun suspiro y se acurrucó entre las sabanas, intentando conciliar el sueño.

    Debo decir que no fue el único. Luego de los maltratos, el lugar tan aburrido, la perdida de sus madres, luego de las amenazas, luego de las prohibiciones, luego de los problemas, del lugar tan poco acogedor etc... Ahora dos fantasmas asesinos de niños iban sueltos por uno de los pasillos.

    Pobres humanos.

    Pasaron dos días muy largos, luego del pequeño incidente, ya ninguno de los cinco se acercaba al pasillo, no importaba que hora fuera.

    Los otros huérfanos seguían teniendo curiosidad, algunos incluso organizaron mas expediciones y regresaron igual de traumados, ósea que el pasillo estaba libre de niños (y de gente, en general, pues los guardias tampoco se atrevían a ir) todo el día y la noche.

    Ni siquiera los perros pasaban por ahí. No había poder humano que los hiciera entrar al pasillo.

    Shun observaba con atención el cielo estrellado. Se había quedado en los jardines, tan bien escondido que nadie lo había visto.

    Una de las constelaciones brillaba con gran intensidad. Shun la reconoció al instante; Andrómeda. Gruñí para mis adentros.

    Andrómeda. Encadenada a una roca como sacrificio para un monstruo marino.

    De alguna forma, Shun se sentía igual, prisionero. Prisionero al igual que los demás huérfanos de la fundación Graude.

    ¿Y quieren que les diga lo peor? Yo sonreía al ver esto.

    Mientras miraba las estrellas, bruscamente se dio cuenta de que ya era muy tarde, y que, como ya dije, nadie lo había visto. ¿Cuanto tiempo se había quedado ahí? ni idea, pero estaba solo en el jardín y era de noche.

    Seguro los guardias no se habían percatado de su desaparición, aun tenia la oportunidad de llegar a su habitación sin ser detectado.

    Se puso de pie y rápidamente se encaminó a la puerta de la fundación. Ya habían apagado las luces, todo estaba oscuro.

    Pero… sin que se diera cuenta, en la oscuridad y acechando como una bestia salvaje, alguien lo observaba con crueles ojos carmesí. Lo siguió con la mirada hasta que el pequeño hubo entrado en el edificio.

    “Ahí estás…” susurré, con una sonrisa llena de maldad.

    Shun entró al edificio dándose cuenta de que ya habían apagado las luces.

    Ay no... A oscuras y aun arrastrando la imagen de los fantasmas esos. Ojala no viera nada esa noche, porque ahí podría darle un infarto directamente. Con cuidado caminó hacia el pasillo que conducía a las habitaciones, pero se dio cuenta de que Tatsumi y otro guardia estaban en él.

    ...Y con un perro.

    La única manera de dirigirse a la habitación seria pasar por el otro pasillo, mucho más largo y... en donde había visto a los fantasmas.

    Solo así, el perro no entraría siquiera, y en todo caso, el niño tendría tiempo de salir huyendo.

    Trago saliva y a paso sigiloso, para no ser oído, caminó hacia el lúgubre pasillo.

    Pero al llegar a la entrada, oyó una extraña melodía que sonaba ahí adentro. Se ocultó en una esquina y observó hacia el pasillo, temeroso.

    Dos individuos bailaban al son de la música, que provenía de... ¿De donde provenía?

      Fecha y hora actual: Dom Mayo 19, 2024 8:56 am